La silenciosa
Las sabias bocas del pueblo habían dado su veredicto, la silenciosa no estaba cuerda y era una amenaza latente. Estas le impusieron una orden de alejamiento tácita hacia los niños, aunque lejos estaba ella de interactuar de con alguien. Su figura comenzó a ser recurrente en los pícaros diálogos de los pequeños, ellos la veían desde una perspectiva contaminada por sus mayores; salvo Lucas, un pebete de diez años, quien tenía más calle que todos los habitantes de Villa Concepción juntos. Este percibía algo en aquella mujer que los demás no podían, desnudo de censura y sin una nota prohibitiva, tomó la decisión de sacarle alguna palabra a la desconocida. Había pasado un tiempo desde su aparición por las calles del poblado y aun nadie había escuchado su voz, lejos estaba de ser una tarea fácil. Detrás del almuerzo, Villa Concepción se sumía en un toque de queda, la siesta es sagrada por esos lares. Lucas pertenecía al grupo disidente y compartía travesuras junto a sus amigos. No l