Amor de Calle: Una noche agitada

El bondi se escapaba entre la negrura de la noche, las náuseas hicieron desbordar en cómodas cuotas un líquido ácido por su boca, el mismo se esparció en la vereda de tierra de un barrio desconocido para este papelito blanco.

No recordaba nada y su conciencia no entraba en sintonía, estaba regalado al mejor postor, era carne de primera para las aves de rapiña que sobrevolaban las calles en busca de una presa y Juan veía como la salvación se fue junto al colectivo perdido.

Necesitaba despabilarse pronto, la penumbra de la calle y un árbol viejo camuflaban a este desventurado pibe de Avellaneda, que comenzó la noche de marcha por Capital y ahora trataba de volver en sí en un escenario oscuro.

Había perdido el Norte luego de un par de tragos en un boliche, entre destellos de sobriedad trataba de ponerse a salvo y recordar como había llegado hasta allí. Un chispazo le devolvió un rostro angelical, una rubia de ojos claros.

Comenzó a tiritar, solo una remera Converse lo protegía de la intemperie, el frío repercutía en su debilitada moral. A lo lejos divisó a un grupo que se aproximaba por la vereda del frente, como pudo se levantó y se puso detrás del sauce llorón, las voces se aproximaban, cuando de repente volvieron los pantallazos de su noche agitada.

Laura, así se llamaba la rubia, le había pedido que la acompañara afuera del boliche, la química era latente, un cruce de palabras fue suficiente para lanzarse a un boca a boca, literalmente se comieron a besos… puso pausa al recuerdo, el peligro acechaba desde la vereda del frente, de reojo divisó a los cuatro buitres que buscaban carroña, su corazón latía fuerte, a pesar del frío sudaba como nunca, los siguió con la mirada escondida hasta que dieron vuelta en la esquina, suspiró y volvió a vomitar.

La naturaleza le protegía, afloraron más recuerdos y se vio subirse a un Fiat Palio, Laura se sentó en el asiento del conductor, el estéreo reproducía Gimme Somme Pizza de Nathy Peluso, el amor flotaba en el aire, cuando la cosa iba a más sonó el móvil de ella. Laura descendió del coche y Juan descubrió sus curvas, no había prestado atención antes, no solo era una cara bonita, también era un monumento a la simetría.

El ruido de un coche le devolvió a la realidad, en el interior del Regatta blanco venían el diablo y la muerte. Juan pensaba estar bien a cubierto, pero la Nike de su pie izquierdo estaba fuera del amparo del árbol, el vehículo se detuvo y desde él surgió el combo de la maldad.

Juan no tenia fuerzas para salir corriendo, como pudo se puso en pie con la espalda apoyada al tronco protector. El diablo fue el primero en hablar:

—¿Eh guacho todo piola? — entre tanto la muerte desenfundaba una nueve milímetros.

Juan intentó hablar y solo pudo menear la cabeza.

—Pinta la billetera, danos la guita y no te va a pasar nada.

Sin oponer la mínima resistencia el papelito blanco les entregó la billetera y vació los bolsillos antes de que se lo pidieran.

—¡Altas llantas! Exclamó la muerte, mientras miraba las Nike delatoras, unas zapatillas que Juan todavía le quedaban seis cuotas para terminarla de pagar.

—Sácatelas y no te va a pasar nada.

Mientas Juan se descalzaba, volvieron las arcadas y con tanta mala suerte, que vomito la bilis encima de la muerte, la suerte estaba echada, la muerte no dudo y gatilló.

El diablo salió corriendo, la muerte en cambio era paciente, todavía faltaba arrancarle la zapatilla derecha, un hilo de sangre comenzaba a teñir la remera de Juan. La muerte se dio por satisfecha y se marchó con el botín.

El fogonazo percutió en el estómago del papelito blanco, un destello reabrió el reciente pasado, un rostro angelical le decía adiós y se marchaba, Laura le dijo que lo sentía, pero debía irse urgente, Juan la quiso acompañar, ella agradeció el gesto, pero era algo personal y le pidió el número de celular para volver a verlo.

El intenso dolor le devolvió a la realidad, apretó fuerte sus manos sobre la herida, tenía que hacer algo, no iba morir sin pelearla, como pudo se levantó dio unos pasos y el dolor le hizo hincar las rodillas en la tierra. Cuando vislumbraba lo peor desde la penumbra apareció un ángel lleno de arrugas y sus ojos se cerraron.

Comentarios

  1. Hermosa escritura..impactante realidad

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  2. Me encanto la historia ,te felicito Ale tenes mucho talento en lo q haces!!!te mando un abrazo en la distancia y saludos a tu familia..

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  3. Julio Alejandro Basualdo20 de mayo de 2018, 7:51 p.m.

    Oh... Muchas gracias por tus palabras, mas si vienen de alguien a quien aprecio mucho. Un saludo muy grande para ti y toda la familia.

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  4. Debo contarte que no la había leído hasta ahora. Vaya que siempre me sorprendes.
    un saludo lleno de afecto.

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  5. Julio Alejandro Basualdo30 de diciembre de 2018, 6:52 p.m.

    Muchas gracias Dany, un abrazo a la distancia.

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