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Mostrando las entradas de noviembre, 2017

Las féminas

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Caminaban en fila, tenían prohibido levantar la vista, solo podían ver el suelo, las reglas del miedo, el mundo se había ido al carajo hace tiempo, la humanidad se había suicidado y solo quedaban rastros de ella en viejos libros. Los machos alfas dominaban y temían el poder de las féminas, por eso, no dejaban que se relacionen, que tengan voz propia, solamente podían ser libres dentro de sus aposentos cuando se iban a dormir, luego de haber trabajado duro durante toda la jornada. Así, eran sus días en la Fortaleza, esclavas del sistema impuesto, su única misión en la tierra era la de procrear y servir a los machos alfas hasta la muerte. Ser fémina era un calvario, de principio a fin, vivían sujeta a las decisiones, en muchas ocasiones, aberrantes de sus amos. A lo largo de los años, varias féminas intentaron en vano escapar de la Fortaleza y como recompensa recibieron el filo de un cuchillo pasar por su cuello. Otras pudieron decidir por primera vez y resolvieron irse al más a

Un infierno liberador

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Viajaba en el tren Roca rumbo a Villa Domínico, con el volumen a tope para tapar las voces de la interminable fila de vendedores ambulantes. Como todos los días no quería estar con nadie, tenía el ánimo por el suelo, había sido un día de mierda en el laburo, como tantos otros. Miraba sin mirar, solo la voz de la cantante de Las Ligas Menores me conectaba con la humanidad, estaba desganado, tanto esfuerzo, tantas horas, tanto estrés para tan poca recompensa y encima aguantarse el bipolar estado de humor del jefe, hoy nos tocó su peor cara, pero de momento no había otra cosa, más que aguantársela. Todo eran pálidas y aun me faltaba un buen rato para llegar casa, necesitaba una buena ducha para sacarme la mufa y tratar de pegar ojo rápido, que mañana había que madrugar y volver a fichar, para seguir perteneciendo y sentirme parte de algo que llamaban vida. Hace tiempo que no conectaba con el Mundo. Todo paso muy rápido, la voz de Antonella ya no estaba acariciando mis oídos, ya