Sin remedio



Un día de penumbras, el aire deambulaba por otro lado y lo echaba en falta, un decorado perfecto para ella. No se hacía rogar, al primer atisbo de hundimiento emocional aparecería imponente con su martillo mental, solo quedaría agachar la cabeza y recibir angustia.

Depresión la llaman, se camufla en la tristeza como un troyano, propagando melancolía en cada uno de los recuerdos que solicito sin darme cuenta. Los últimos vestigios de vida los mantengo a salvos encriptados en olvido.

No hay antídoto que me libre, siento el gris abatimiento encima, mi garganta expulsa la existencia...no me resisto, dejo de sentir.

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