La calle del Amor
Caminaba por la ciudad fantaseando encontrar alguna calle
del Amor, así en mayúsculas, en el Buenos Aires que deje había calles para cada
rubro, Belgrano es la calle de los muebles, Libertad la del Oro y Warnes la de
los autopartes por citar solo a tres.
Sí había vías para todo lo material porque no toparme con una en donde las tiendas de un lado y del otro ofrezcan descubrir el Amor
de tu vida, un servicio especializado para el corazón, el que sufre con tantos
desengaños.
Hasta le puse nombre y altura: Cupido desde el 6000 hasta el
6400, cuatro cuadras en donde se promete a los ciudadanos de la metrópoli un lugar
para encontrar la pareja y pasar juntos el resto de los días. ¿Y por qué no un
solo local? Porque en Baires si algún microemprendimiento
funciona, te copia hasta tu abuela saturando el mercado, así que es mejor
competir en un lugar donde se saben las reglas y no haya sorpresas.
Pero no es un sitio para cualquiera, las tiendas deberán contar
con personal altamente cualificado que detecten a los falsos dadores de Amor e
invitarlos con folletos hacia otra calle
de la ciudad en donde serán bienvenidos. Pasado el corte, se le ofrecerá a la
persona una cita con otra, resultado de un algoritmo secreto, y si le parece
bien se concertará una cita en el centro mayor del Amor.
La misma es una cafetería situada en el epicentro de la ruta
y que tiene forma de corazón, solo llegaran ahí los afortunados, dos de cada cien,
las probabilidades son esas no habrá por qué mentirles a los clientes y
cobrarles lo justo para cubrir gastos. Detrás de sus vidrieras esconderá esperanza
para los corazones vacíos de cariño.
En una urbe como Buenos Aires seria un negocio redondo, miles de personas se acercarían
en busca de completar ese vacío como el que siento hoy caminando por estas calles
llenas de melancolía.
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